A finales del siglo XIX, en la India gobernada por el imperio británico, las autoridades enfrentaban un problema que parecía incontrolable: las serpientes venenosas se multiplicaban y atacaban personas, amenazando vidas. Para combatir esta problemática, el gobierno ofreció una recompensa por cada cobra muerta. La estrategia funcionó por un tiempo, hasta que muchos empezaron a criarlas para cobrar el incentivo. Al descubrir la distorsión, las autoridades retiraron el pago y los criaderos liberaron las serpientes. El remedio agravó la enfermedad. A esas consecuencias no previstas de políticas bien intencionadas, pero mal diseñadas, hoy se les conoce como el “efecto cobra”.