El tejido empresarial colombiano está compuesto, mayoritariamente, por micro, pequeñas y medianas empresas, que en conjunto representan cerca de dos terceras partes del empleo del país y poco más de un tercio del PIB. Sin embargo, por su naturaleza, estas empresas experimentan alta volatilidad en los ingresos, de allí que tener fuentes oportunas de liquidez sea una herramienta sine qua non para asegurar su continuidad, dar estabilidad a los empleados e invertir en materia prima y capital de trabajo.