En las últimas semanas se ha reavivado el debate sobre la pertinencia de imponer inversiones forzosas a la banca como un mecanismo para impulsar la economía. Estos instrumentos, enmarcados en un conjunto de políticas que generan represión financiera, fueron ampliamente utilizados en Latinoamérica en las décadas previas a los 90 en el marco del modelo desarrollista. De hecho, en el siglo XX ocho países de la región implementaron 15 mecanismos para canalizar de manera obligatoria parte de los depósitos de los ahorradores a crédito de fomento. No obstante, a partir del proceso de liberalización financiera en la región, estos instrumentos se fueron marchitando, a tal punto que en la actualidad solo persisten en cuatro de estos países. En lo corrido de este siglo solo dos países de la región han implementado nuevas inversiones forzosas: Venezuela y Bolivia.