Prólogo
La pandemia de la COVID-19, que inició a finales de 2019 y registró sus primeros casos en América Latina en 2020, trajo consigo nuevos retos. Además, ha puesto en evidencia profundos problemas estructurales que ya enfrentaban los países años antes, fundamentalmente ligados a la desigualdad social y económica. A poco más de un año del inicio de la pandemia en la región, es posible ya un análisis retrospectivo de las respuestas que los gobiernos nacionales de América Latina han dado con el fin de contener y mitigar los impactos negativos, buscando salvaguardar la vida, la salud y las actividades productivas que cimientan los medios de subsistencia de la población.
En este contexto, la crisis ha confirmado al sector de la vivienda, el hábitat y la planificación urbana, no solo como un frente de contención y respuesta, sino como un articulador fundamental de las agendas de sostenibilidad y calidad de
vida. El sector de la vivienda ha jugado un papel central en la respuesta a la pandemia y tiene una labor de primerísima importancia en la recuperación socioeconómica.
A la vez que una vivienda y un hábitat adecuados han sido clave para la protección de la población, también hemos constatado que los déficits en este sector han sido críticos a la hora de determinar la vulnerabilidad de las familias, especialmente en los asentamientos informales, por la falta de infraestructura y apropiado acceso al agua y al saneamiento, y por las no poco frecuentes situaciones de hacinamiento. Amplias redes de solidaridad y apoyo se han articulado desde los territorios y en apoyo a estos para aumentar la resiliencia de las comunidades. Reconocemos que ha sido fundamental la participación de estas, en particular de sus liderazgos femeninos. Será preciso continuar trabajando por una valorización de las profesiones del cuidado y a la vez afianzar la seguridad alimentaria y el acceso a la salud de la ciudadanía en su totalidad.